jueves, 7 de febrero de 2008

Próxima Estación: Santa Clotilde

Bueno, ya casi estoy terminando de contar toda la aventurilla del Napo. A ver si cuando acabe alguno de los demás se anima a contar la suya.

Íbamos contando por San Rafael. No os había contado que en la bajada traíamos dos nuevas pasajeras, una señora que tenía una úlcera en un ojo y que llevábamos a Santa Clotilde con nosotros para que la atendieran allí y su acompañante, con lo que en el bote, aparte del equipo íbamos en total 9 personas. El bote estaba un poco a rebosar y el motor que había sobrevivido a todo el viaje estaba flojeando. Con este panorama, nos dispusimos a embarcarnos hacia nuestro último trayecto por la red, hasta Santa Clotilde.

Después de despedirnos de Victor Hugo y Eliseo, los técnicos de enfermería y laboratorista que nos cuidaron como si fueramos de la familia, de despedir también a la señora que nos alimentó en San Rafael el tiempo que estuvimos y a los chibolitos a los que tanta gracia hacía que nos subiéramos a aquélla torre tan alta, nos embarcamos temprano.

La primera parada de rigor fue en la guarnición de selva del ejército peruano que queda en la entrada del río Curaray, para pedir permiso de tránsito y continuar nuestra travesía. Como siempre, me confundieron con un gringo :), y el soldado preguntó qué venía a hacer yo por allí. Don Hernán, nuestro motorista, explicó que no era gringo, sino español, y que éramos un grupo de ingenieros que estábamos allí por el tema de la red de comunicaciones de los centros de salud. Y bueno, solucionada la duda, nos dieron paso y continuamos río abajo.

En el camino nos topamos con un grupo de madereros que bajaban su cargamento hacia Iquitos, seguramente con el fin de venderlo para que luego en las casas de la gente bien se pueda uno alucinar con la maravillosa madera amazónica, tan buena, tan reluciente. No se si era madera ilegal, pero si así era, es curioso que nadie les viera bajar con el cargamento y sin embargo nosotros hayamos tenido que explicarnos a todos los grupos de militares y policías de la región :). Ahí dejo un vídeo del momento.



Ya que el camino era largo, pasamos el tiempo jugando a las cartas, a algún que otro juego instalado en los portátiles, conduciendo a ratos el bote y tumbándonos en la proa a descansar tomando un poco el solecillo amazónico :).

Cuando ya llevábamos un buen trecho navegado, de repente, el motor comenzó a fallar, lo que nos inquietó un poco, pues aún andábamos bien lejos de nuestro destino. Aquí os dejo un vídeo del momento en que el motor rearrancó cuando ya parecía que tendríamos que llegar a remo hasta Santa Clotilde (menos mal que no fue así porque habrían sido varios días con sus noches de travesía seguramente).



La cosa es que después de mucho trastear, Don Hernán decidió que aunque fallase prosiguiéramos a motor para intentar luego repararlo en tierra (al final resultó ser que durante un tiempo estuvo funcionando sin filtro, por lo que la porquería se le había acumulado). Otra cosa que siempre recordaré de esos viajes por la selva fue el famoso grito de "¡Bazofia!" que indicaba a quien estuviera en popa que algo se había enredado en la hélice del motor y había que sacarlo metiendo la mano y limpiándolo en el momento. De hecho, en una ocasión en la subida, apunto estuvo un tronco de esos que el río arrastra con toda su fuerza de dar con nosotros al agua mientras intentábamos rearrancar el motor tras uno de esos momentos de "¡Bazofia!" :).

Y bueno, poco más hay que decir del trayecto. Nos pasamos todo el día metidos en el bote, y llegaríamos a Santa Clotilde a eso de las 15h o las 16h, no recuerdo bien, pero buena hora para recuperar fuerzas ya que en la noche teníamos una reunión con el padre Jack para evaluar los resultados de las actividades en el Napo. Aquí dejo el vídeo del momento de llegada.



Tras la llegada guardamos el equipo y subimos a la torre a colocar de nuevo el dipolo de la antena que apuntaba a Tacsha Curaray para dejar toda la red en funcionamiento y comprobar el ancho de banda de extremo a extremo de toda la red, incluído ya el último punto, de Tacsha. Fue un gran momento y estando arriba de la torre, Teo, Leo y yo hicimos nuestras apuestas (una caja de cervezas) para ver qué ancho de banda arrojaría toda la red. Que me corrijan Teo y Leo si me equivoco, pero creo que Teo apostó por 1,4 Mbps, Leo por 1,3 Mbps y yo por 1,45 Mbps. Ganó Leo, pues creo que nos dio algo así como 1,3 Mbps (aunque he de decir que al día siguiente subió por lo que habría ganado Teo, pero bueno ;) ). En cualquier caso el dato era muy bueno y andábamos satisfechos de lo conseguido.

Luego vino una ducha tranquila, un poco de hamaca, y finalmente, la reunión en la que se trató sobre todo los temas de evaluación del refuerzo en la capacitación a usuarios, la sostenibilidad de la red, costes de mantenimiento, traspaso de la red a manos de quienes fueran a mantenerla en el futuro y demás asuntos. Estuvo bien, ya que entre otras cosas, el padre Jack nos mostró su satisfacción con el estado de la red y con el correcto funcionamiento, ya sin cortes de ningún tipo, del sistema de telefonía.

Nuestro día de llegada a Santa Clotilde fue el 5/12/07. Yuri y Kike irían al día siguiente a realizar unos trabajos que quedaban pendientes en Tacsha Curaray mientras nosotros ultimábamos Santa Clotilde, en lo que serían ya las últimas actividades en el Napo. Pero eso es ya material de la siguiente entrada, en la que trataré nuestra vuelta a Iquitos y el retorno a Lima.

Nada amigos, un abrazo fuerte y dejad que las verduras se acerquen a vosotros :).

3 comentarios:

Anónimo dijo...

No tienes muy buena cara bajo la sabana, ¿Por qué ibas tapado?

Por cierto la lancha corre que no veas ¿no? me da miedo namás que de ver el vídeo :-)

¡Ah y lo de que el técnico de enfermería se llamara Victor Hugo es total!

Un abrazo

Nacho Foche dijo...

Jeje, sí, me tapé la cara porque como soy de un blanco que raya lo lechoso, y el sol pegaba que daba gusto a esas horas, quería evitar el dolor de quemarme la cara. El resto del cuerpo me daba igual ya, con la de picaduras que tenía, que le diera el sol era hasta bueno :).

La impresión de velocidad en realidad es más de lo que realmente era, pero sí que cuando el motor no fallaba mucho podíamos coger perfectamente los 30 o 35 km/h, que pa ir por río no está nada mal. De toas formas luego a la bajada de Santa Clotilde hacia Mazán fuimos en un bote del gobierno regional que pillaba los 44km/h, eso sí que era velocidad, además colgaos en hamacas de lao a lao del bote, eso sí que era lujo ;).

De Victor Hugo a ver si pongo alguna fotillo, es un cachondo de persona, y tiene nombre es totalmente de telenovela, jeje.

Anónimo dijo...

Hombre, lo de victor hugo, mas que de teleonovela es de novelón del XIX :-)