sábado, 26 de enero de 2008

Pabajo tol mundo!

A las wenas!

¿Qué tal amigos/as? Jeje, esto que tenía intención de ser un blog donde se recogiesen las experiencias en cooperación de todos/as los/as expatriados/as en proyectos de cooperación de la Carlos III al final ha terminao siendo algo así como mi blog personal, porque nadie escribe...pero bueno...no le guardo a nadie rencor (grrrrrrr ;) ).

Bueno, seguimos contando la experiencia del proyecto de Repotenciación de la Micro Red Wifi del río Napo.

Nos encontrábamos ya en el punto más lejano de la red del Napo, Cabo Pantoja, frontera entre Perú y Ecuador. Aquí empezó la bajada, la parte más liviana del trabajo pero en la que debíamos prestar mayor atención en dejar todo listo de forma estable. Además, todavía una gota bien fresquita de sudor surcaba nuestros vapuleados rostros cada vez que pensábamos en el enlace Campo Serio <-> Angoteros (<<¿qué !@#~¬ le pasará?>> nos preguntábamos constantemente. Uy, perdón por la censura, quería decir <<¿qué coño le pasará?>>).

El personal de salud del CS Cabo Pantoja decidió que nuestro trabajo era ya suficientemente pesado sin ocio, así que aprovechando que estábamos en un núcleo de población medianamente denso (unos 500 habitantes o así), decidieron invitarnos a unos bailes en la maravillosa discoteca del lugar, llamada "La Espumita". Jeje, todo un show. Las "chelas" volaron por nuestros cansados esófagos al son de ritmos tan variados como "Borracha Perdida" de Marisol, cantante regional que desde el primer momento pasó a ser algo así como la banda sonora del trayecto por el Napo, rebautizada ya como "La Borracha". Creo que no hay fotos ni vídeos de aquélla noche, y la verdad es que lo agradezco muchísimo, pues la poca dignidad que quedaba en mi vida aún se escurre entre los tablones del suelo de la discoteca :). Efectivamente, bailé como todo hijo de vecino napuruno.

Al día siguiente, nuestro último en la frontera, aprovecharíamos para lavar ropa (olíamos a mono durante todo el viaje...algo que tristemente descubriría por contraste al regresar a Lima), jugar un poco al fútbol en la playa frente al pueblecito (nos tocó perder una apuesta de media caja de chelas en partido de Teo y Kike contra Yuri, Leo y yo); para finalmente dejar pasar las últimas horas nocturnas entre partidas de Chinchón en el hostal "Napuruna" de la población, donde nos alojábamos. Ésta noche era la última y coincidía con el relevo de los militares de la base, así que estaban las calles bien moviditas.

Finalmente llegó la mañana en que partíamos. Nos despedimos del punto más lejano hasta el que habríamos de llegar, pagamos a la señora que nos cocinó, a la señora del hostal, compré una hamaca aprovechando que era el punto más lejano (un poco cara, como unos /.35) y nos subimos al bote con la intención de cubrir en ese día todos los trabajos que restaran hasta Angoteros para pernoctar allí.

La primera parada la hicimos en Tempestad. La intención era realinear su antena norte, la que apunta hacia Torres Causana para dejar éste enlace en el mejor nivel de señal posible. La alineación del otro extremo ya la había hecho el grupo Yuri-Inés-Kike a la subida de Tempestad a Pantoja así que sólo nos restaba ésto.

La alineación nos hizo ganar unos dBs, y así, contentos, seguimos hasta Tupac, para comprobar que sus sistemas estuvieran bien y que el nivel de señal fuera suficiente.

Siguiente alto en el camino: Tupac Amaru. De nuevo la más pequeña de las torres, la de 39 metros se alzó ante nosotros, con nuestro gran amigo poblador, que nos alojó a la subida, y al que le dejaría como presente algunos "mapachos" (el cigarro de la selva). Tras verificar que los niveles de señal de la estación eran óptimos, nos arrancamos para el último tirón del día hacia Angoteros. Allí debería quedar el grupo de Yuri, Inés y Kike para que al día siguiente tomásemos posición Leo, Teo y yo en Campo Serio e hiciésemos frente al gran reto del enlace rebelde.

En Angoteros conseguimos nueva música para reemplazar las 39 (creo) canciones que Leo tenía en su móvil y que ya teníamos más que aborrecidas de todo el viaje. Luego un baño que no nos venía mal, y finalmente cada uno a su tienda de campaña a dormir y sudar, como todas las noches, protegidos de los voraces mosquitos por esa fina capa de plástico que provocaba un sofocante efecto invernadero.

Y bueno, de todo ésto creo que no hay fotos, así que esta entrada volverá a ser una de esas más sosas que el culo de un pepino, sólo texto.

Al día siguiente partimos tempranito en el botecito del motorista de Angoteros, Limber, hacia Campo Serio, pero eso es ya materia de la siguiente entrada.

Como de costumbre, ¡que las verduras os sacien el hambre! ...digo... ¡comed muchas verduras!

¡Uy, acabo de encontrar una foto de aquél momento! Es de cuando pasamos por Túpac a la vuelta. No muestra más que el alineamiento de la antena yagui cliente hacia la más pequeña de las torres, pero algo es algo, y un documento gráfico no se puede deshechar. Ahí la dejo.

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